8 de enero, 1932.
No acuden los C.
Se entrega a Alejandro Martínez la
compostura del reloj frente a Cobo.
Agradecimiento de los asilados
mayores por la visita y regalos del alcalde y concejales.
Piden la retirada de las casas de
lenocinio que dan tan pernicioso ejemplo para la escuela Pablo Iglesias.
Cruz le pregunta por la
posibilidad de nuevos ingresos y él responde que quiere hacer casas para
maestros, obras en la Plaza de abastos, etc. Todos están de acuerdo.
Cano quiere municipalizar el
servicio de alumbrado que ofrece la empresa SADE.
Cano propone expresar un
sentimiento de corporación con Castilblanco y Arnedo[1].
Pozas dice que se donen 25 pesetas
para la escuela de Castilblanco y Cano afirma que primero deben saber si se va
a crear.
Juan vuelve a pedir que se vigile
bien las camionetas por el fielato a las puertas de la población. Pide la
renovación de personal de la Administración por sus defectos físicos o por la
edad. Sobre todo en la Torrenueva y en Santiago debían de ser jóvenes. Arias
está de acuerdo pero por el sueldo que reciben no es posible encontrar mejores.
Molina solicita se agradezca a
Antonio Molina Cabrera que venda la carne de cordero barata.
A propuesta de Baltasar se acuerda
poner una escuela en el Barrio de San Marcos.
El ayuntamiento dará la piedra y
el solar.
[1] La tensión generada por los sucesos de Castilblanco
probablemente influyó en el trágico final de los llamados sucesos de Arnedo,
ocurridos cinco días después, el 5 de enero de 1932. En esa localidad riojana
se produjo otro choque con la Guardia Civil, cuando un grupo de trabajadores
acompañaba a una delegación que acudía a una reunión con los patronos para
negociar el fin de una huelga convocada por la Unión General de Trabajadores.
Cuando la Guardia Civil se acercó a los trabajadores reunidos, estos comenzaron
a increparla. Los agentes, nerviosos por los acontecimientos de Castilblanco,
abrieron fuego contra la multitud, matando a once personas -entre ellas un niño
y cinco mujeres- e hiriendo a treinta. Estos sucesos causaron un enorme
escándalo. Si tras los sucesos de Castilblanco la opinión pública se solidarizó
mayoritariamente con la Guardia Civil, en esta ocasión sucedió lo contrario. Las
Cortes pidieron la destitución del jefe de la Guardia Civil, el general
Sanjurjo. El gobierno de Azaña se negó a hacerlo, pero un mes más tarde lo
sustituyó por Miguel Cabanellas y lo nombró jefe de los carabineros.
No hay comentarios:
Publicar un comentario
Gracias.